Esteban Branco Capitanich

LASTIMA QUE NO CAYO EN LA ESCUELA PÚBLICA

Los grandes medios no reprodujeron el bochornoso momento en que en una entrevista el empresario presidente dice que la mínima de los jubilados es de "...nueve mil y pico..." y al ser corregido desde detrás de cámaras vuelve a ratificar "...nueve mil y pico..."

Este hecho pone en evidencia que Argentina está en manos de improvisados, irresponsables y desinteresados respecto de las cuestiones esenciales que deben manejar quienes han asumido la alta responsabilidad de gobernar un país.

Ante semejante papelón, muchos dirán: este es un perfecto idiota, pero en realidad, si bien es obvio que se trata de un hombre limitado en sus capacidades, lo real es que hay temas que nunca le han interesado, porque pertenece a una clase para la que nunca lo social han sido cuestiones que tengan que ver con su objetivo de vida, y en consecuencia jamás las ha abordado. Esa también es la raíz de su expresión "caer" en la escuela pública. Lo dice como que fuera casi una desgracia, ignorando que los grandes hombres, desde presidentes, inventores destacados universalmente, médicos de prestigio mundial, y premios Nobel, se han formado todos en la escuela pública. Es que no lo sabe. No es su pequeño mundo.

Ocurre que un gobierno a cargo de profesionales de negocios, cuyo objetivo es ganar dinero, no puede entregar otra cosa distinta a la que está dando este gobierno: negocios. Negocios para quienes les pagan y los pusieron donde están, esto es, las corporaciones, que gobiernan por medio de esta pantalla grotesca que es Mauricio Macri, rodeado de CEOs, puestos por supuesto por las mismas corporaciones, quienes cumplen al pie de la letra los mandatos de sus patronales. Patronales que les permiten, como un adicional, cierta rapiña como se ha visto con el dólar futuro y otros negocios menores siempre que no afecte los intereses de las corporaciones.

No existe ni el conocimiento ni el mínimo interés entre estos operadores corporativos por la cuestión social. No la entienden ni les interesa comprender porque desde su posición social oligárquica asumen, no solo normal, sino necesaria, la pobreza y la marginalidad como motor que mueve, dinamiza y potencia las utilidades de la economía concentrada. 

El campo popular debe ahora acelerar su preparación para reconstruir el país, porque esta estafa desembozada tendrá su respuesta en las urnas en la búsqueda de la recuperación de derechos y bienestar perdidos ya que el pueblo puede ser engañado por un tiempo, pero tiene capacidad de reacción y rectificación, está probado. Entonces esta preparación se centrará especialmente en el repaso de errores cometidos en el pasado y en la propuesta de transformaciones estructurales de la matriz neoliberal con la que hemos navegado décadas. Ambas cuestiones son importantes, pero ésta última es fundamental. Y para ello es necesario reformular el esquema de construcción de poder. Con el poder en las bases, y no en cúpulas, sin lugar a dudas tendremos otra educación, otra salud, otro sistema financiero y bancario, otra estructura de comercio exterior en manos del estado. Pasaremos de una matriz neoliberal a una popular con el hombre en el centro de los objetivos colectivos por encima de la renta y el interés corporativo actuales.