LA ARRITMIA. ¿UN CHEQUEO O UN TESTEO?
Quienes manejan los hilos del gobierno necesitaban un testeo sobre el efecto de cambio de figuras en el gobierno.
En eso consistió este simulacro de arritmia de Macri. Ver que reacción había en la sociedad frente a la posibilidad de una crisis del presidente.
El resultado, según fuentes del riñón mismo del PRO fue altamente preocupante.
El más alto porcentaje de argentinos vivió la noticia con una indiferencia nunca antes percibida ante un cuadro serio de salud presidencial.
Se ubicó en segundo lugar la incredulidad. La suma de afirmaciones y desmentidas, mas el escaso apego a la verdad del gobierno pusieron en el podio este sentimiento.
La preocupación quedó en un lejano y cómodo cuarto lugar, detrás de la indiferencia que se ubicó tercera.
Con este panorama en el PRO preocupa que el poder real desde los despachos empresarios de las corporaciones imprima un ritmo aún más violento a los cambios que viene ordenando.
Aunque escasas, algunas cabezas políticas dentro del gobierno perciben que la voracidad de las corporaciones por recuperar la renta redistribuída por el gobierno anterior, puede precipitar una crisis de gobernabilidad a mediano plazo. Y que esa crisis estaría llevando a la desaparición a la alianza gobernante.
Se sospecha en el entorno del macrismo que el poder evalúa que llegado el momento, esa crisis podría superarse con un paso al costado del presidente tomando una licencia, ya que generaría un nuevo clima de expectativa el reemplazo por la vice presidenta Gabriela Michetti, y además colocaría al presidente Macri como un hombre que ha sacrificado su salud por el país, lavando así su imagen para un futuro retorno.
En el entorno del presidente no seduce esta idea ya que perciben la frialdad y el carácter casi de descarte que tienen para el poder. Vienen intentando sin éxito darle al proceso de transferencia un ritmo menos violento justamente con el fin de evitar el camino de la anterior alianza que en 2001 culminara en la catástrofe económico social que diera paso al nacimiento del kirchnerismo después de los azarosos cambios de presidentes y la apertura propiciada por Eduardo Duhalde.
Esta es la realidad vinculada a la supuesta arritmia y explica además los titubeos que se tradujeron en desmentidas y confirmaciones. El presidente goza de buena salud. Lo que no tiene es autonomía ni toma decisiones. Su función en este gobierno es ejecutar las órdenes que emanan de los despachos empresarios sin discusiones, y es ésto lo que está preocupando al círculo más íntimo que se percibe como haciéndose cargo de la catástrofe a la que pueda conducir un gobierno que solo enfoca su accionar a los negocios y la concentración de la renta a extremos que no consideren ni mínimamente un cierto gradualismo que atenúe el impacto social.
La preocupación quedó en un lejano y cómodo cuarto lugar, detrás de la indiferencia que se ubicó tercera.
Con este panorama en el PRO preocupa que el poder real desde los despachos empresarios de las corporaciones imprima un ritmo aún más violento a los cambios que viene ordenando.
Aunque escasas, algunas cabezas políticas dentro del gobierno perciben que la voracidad de las corporaciones por recuperar la renta redistribuída por el gobierno anterior, puede precipitar una crisis de gobernabilidad a mediano plazo. Y que esa crisis estaría llevando a la desaparición a la alianza gobernante.
Se sospecha en el entorno del macrismo que el poder evalúa que llegado el momento, esa crisis podría superarse con un paso al costado del presidente tomando una licencia, ya que generaría un nuevo clima de expectativa el reemplazo por la vice presidenta Gabriela Michetti, y además colocaría al presidente Macri como un hombre que ha sacrificado su salud por el país, lavando así su imagen para un futuro retorno.
En el entorno del presidente no seduce esta idea ya que perciben la frialdad y el carácter casi de descarte que tienen para el poder. Vienen intentando sin éxito darle al proceso de transferencia un ritmo menos violento justamente con el fin de evitar el camino de la anterior alianza que en 2001 culminara en la catástrofe económico social que diera paso al nacimiento del kirchnerismo después de los azarosos cambios de presidentes y la apertura propiciada por Eduardo Duhalde.
Esta es la realidad vinculada a la supuesta arritmia y explica además los titubeos que se tradujeron en desmentidas y confirmaciones. El presidente goza de buena salud. Lo que no tiene es autonomía ni toma decisiones. Su función en este gobierno es ejecutar las órdenes que emanan de los despachos empresarios sin discusiones, y es ésto lo que está preocupando al círculo más íntimo que se percibe como haciéndose cargo de la catástrofe a la que pueda conducir un gobierno que solo enfoca su accionar a los negocios y la concentración de la renta a extremos que no consideren ni mínimamente un cierto gradualismo que atenúe el impacto social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario