viernes, 24 de junio de 2016

EN LA BUSQUEDA DE LA CONSOLIDACIÓN PENDIENTE






Tercera Parte: ¿Por que el pueblo vota a sus verdugos?


Cualquiera que haya leído las dos notas anteriores podría preguntarse, si el peronismo, o un gobierno del campo popular, siempre mejora la calidad de vida del conjunto, ¿Cuál es la razón que lleva a este, una vez logrado cierto crecimiento, a votar a sus verdugos?


A la luz de la historia debemos puntualizar que éste caso de la consagración de Mauricio Macri por el voto popular es el primero que se da con este mecanismo democrático en lo formal. Ya que en anteriores oportunidades la interrupción de los procesos populares fue violenta y con grados de crueldad, en casos, escalofriantes.

Una constante del poder es la búsqueda del escarmiento, y por eso la violencia. Cuando ocurrió por las armas fue la tortura, la desaparición y la muerte. De los militantes, de los simpatizantes y hasta de no pocos indiferentes. Se buscó que no haya neutrales. Todos son culpables por haber aceptado apropiarse de parte de la renta que antes capitalizaba el poder concentrado. Todos.

En esta ocasión, y a raíz de la exposición universal del genocidio argentino, ya no cabía el uso de las bombas o el terrorismo de estado como mecanismos de anulación de derechos. Es por eso que apelaron a la nueva artillería que la globalización estrenó a partir de la Guerra Fría, como son los medios masivos de comunicación que ganaron en el siglo XX con la explosión de la ciencia y la tecnología un poder extraordinario sobre las masas.

Ese poder que en casos puede ser usado como un faro para el crecimiento, también se constituye en una herramienta alienante cuando apunta a manipular al conjunto con fines que el llamado mercado pergeña para su beneficio. Influye en la cultura, deforma lo antiético en una conducta posible y aceptable, genera pereza intelectual al estimular el consumo de la información “digerida” por supuestos periodistas y medios especializados, magnifica o minimiza hechos, situaciones y acciones según el interés corporativo, encolumnando a la opinión pública tras los destinos que se proponga.

Es éste el ejército que hoy usa el poder para escarmentar a quienes osen rozar sus intereses. El ejército de los medios de comunicación concentrados. Por eso la madre de todas las batallas de las corporaciones en argentina fue dinamitar la Ley de Medios. La prensa libre no debe superar el umbral de lo declamatorio, porque en la realidad es imprescindible que el discurso del poder no sea interferido por la libertad.

Por eso se estigmatizan todas las voces que tengan que ver con lo nacional, lo popular y, vade retro, lo revolucionario. Por eso desde los monopolios se apabulla en radios, diarios y televisión que no hay libertad de prensa cuando otras voces se hacen escuchar. Por eso cuando, como hoy gobiernan las corporaciones ya no se cuestiona la supuesta falta de libertad mientras se acallan voces, se quitan canales de la grilla de la TV, como el caso de Telesur y programas ahora opositores, o se despiden periodistas que piensen diferente.

Sabe el poder además, que la satisfacción de las necesidades materiales básicas provoca insatisfacción política porque genera mayores demandas. No alcanza con vivir mejor, ni siquiera con vivir bien, sin privaciones ni necesidades. El ser humano estimulado por la propaganda, por la publicidad va adquiriendo frente a cada satisfacción, una nueva necesidad.

Durante el neoliberalismo de los 90 que explotó en 2001 con 40 muertos en las calles y la mayor miseria de la historia, no había trabajo, ni salario, ni confort, ni la cobertura mínima de las necesidades básicas. Entonces el voto fue para los candidatos del campo popular. A partir de 2003 comenzó a haber trabajo, luego mejor salario, la calidad de vida mejoró sustancialmente y comenzaron a haber excedentes. Esos excedentes contribuyeron a un mayor confort. Electrodomésticos, autos, vacaciones. La propaganda de los medios de comunicación transformó en exigencia nuevas necesidades como viajes al exterior y compra de divisas.

El individualismo abonado por la propaganda meritocrática que todo es producto del esfuerzo propio no permitió a millones ver que en cada automóvil, cada moto, cada televisor, que el incremento consiguiente del consumo energético implicaba salida de divisas por los insumos importados que cada uno contiene. Y que el cuidado de nuestra moneda implicaba medidas para evitar el desequilibro que nos pudiera colocar en situación de crisis. Los medios de comunicación y la mala fe de los candidatos neoliberales hizo lo demás. Le dijeron a las mayorías que tenían derecho a todos los dólares que quisieran, que el cepo era una limitante a sus libertades, que el gobierno les impedía seguir ascendiendo en calidad de vida. Y lograron su objetivo, millones votaron el cambio que decía podrían hacer todo lo que quisieran, que no perderían nada de lo que tenían, que tenían derecho a vivir sin inflación, a atesorar todos los dólares que quisieran.

Y así comenzamos un nuevo giro de crecimiento a decadencia. Porque ni bien asumieron hicieron todo lo contrario a lo que prometían. A tal punto que una vez en el poder le comunicaron al pueblo que estaba mal acostumbrado a vivir bien, que era mentira que con su sueldo podían tener auto, moto, celular, y viajar, y le bajaron el sueldo al 50% vía devaluación de la moneda. Le aumentaron las tarifas entre el 300 y el 1500% con lo que transfirieron a las cuentas de las corporaciones cientos de miles de millones de dólares de los trabajadores que ahora sí ya no comprarían ni celulares, ni plasmas, ni menos aún dólares.

Pasará seguramente algún tiempo para que el pueblo, estafado y robado, reaccione e iniciemos un nuevo período de redistribución como en 2003. Solo que sería sano que esta vez los nuevos derechos, y los recuperados, se consoliden en la conciencia social para evitar otro giro letal hacia la pobreza como el que estamos transitando a partir de diciembre de 2015.

Una de las claves para que no vuelva a ocurrir es que nos animemos a más. Que el próximo gobierno popular sea nacional, latinoamericanista y revolucionario. Que ese carácter de revolución en paz no permita que la propaganda instale que somos lo mismo que el neoliberalismo, y que éste lo puede hacer mejor, que es con lo que en esta oportunidad lograron su objetivo. No deben quedar dudas que no tenemos nada que ver con nuestros verdugos. En una próxima nota repasaremos algunas medidas imprescindibles para que consolidemos una democracia y un país para todos. 

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"LLEGARÁ EL MOMENTO EN QUE NOS ENSARTAREMOS EL SOMBRERO HASTA LAS OREJAS FRENTA A LAS IGELSIAS, Y NOS DESCUBRIREMOS RESPETUOSAMENTE ANTE LOS BANCOS" (Comentario de don Aledo Luis Meloni sobre el veto de Angel Rozas a la Ley de descanso dominical)